La rugosidad superficial se refiere a las micro irregularidades en la superficie de un material, cuantificadas mediante parámetros como Ra (desviación media aritmética), Rz (altura máxima del perfil) y Rq (desviación cuadrática media). Estas mediciones, que suelen oscilar entre nanómetros y micrómetros, influyen críticamente en el desempeño de una pieza, afectando la fricción, la resistencia al desgaste, la susceptibilidad a la corrosión y la apariencia estética en diversos sectores industriales. En la fabricación, la rugosidad superficial se controla mediante procesos de mecanizado: el rectificado puede lograr valores de Ra tan bajos como 0.025 μm, mientras que el torneado puede producir Ra de 1.6 a 6.3 μm, dependiendo de la geometría de la herramienta y los parámetros de corte. La medición se realiza utilizando perfiles de contacto (mediante punta de diamante) para una alta precisión o interferómetros ópticos para análisis no destructivos, con normas como ISO 4287 y ASME B46.1 que proporcionan criterios consistentes de evaluación. Para componentes funcionales, como superficies de cojinetes, una rugosidad baja (Ra < 0.8 μm) reduce la fricción y prolonga la vida útil, mientras que una rugosidad más alta (Ra 3.2 a 12.5 μm) puede ser aceptable para piezas estructurales no críticas. WondersunM ofrece medidores de rugosidad superficial con sensores avanzados que pueden medir Ra, Rz y otros 13 parámetros, con interfaces táctiles y capacidades de registro de datos para control de calidad. Estos instrumentos se utilizan en la fabricación automotriz (cilindros), aeroespacial (palas de turbinas) y en la producción de dispositivos médicos (implantes), asegurando el cumplimiento de las especificaciones de diseño. Una rugosidad superficial adecuadamente controlada también impacta en la adherencia del recubrimiento, la eficacia de sellado y la resistencia a la fatiga, convirtiéndola en un factor clave en la confiabilidad y el desempeño del producto.